Blog de Carlos Alonso

Discurso toma de posesión mandato 2019-2023

(Discurso pronunciado el 21 de junio de 2019, tras la toma de posesión como presidente del Cabildo) 

 

No hay posiblemente mejor autor que Shakespeare para mejor describir la gris oscuridad y el brillo luminoso de personajes contradictorios, para involucrarnos en las luchas de ambiciones que circulan en torno a sus historias o para cincelar los más altos o los más ruines sentimientos que acompañan las huellas del hombre. No encontraremos a un mejor autor en el desarrollo de intrigas o confabulaciones.

“Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo”. No es probablemente una frase hermosa, pero si es épica. La grita Shakespeare en boca de Ricardo III, un mal gobernante que trazó su vida en torno a la traición, la envidia y la crueldad.

Su última frase, antes de la batalla final y su muerte, quizás nos desvele una enseñanza crucial. Tradicionalmente se explica su muerte bajo la óptica de la justa recompensa ante tanta traición, ante la falta de preparación para la empresa complicada, ante la falta de cuidado para prevenir el futuro. Desde luego, son todos defectos que debe prevenir el buen gobernante. Se critica también que Ricardo III desdeñe lo principal, su reino, frente a lo accesorio, su caballo.

“Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo”. No es probablemente una frase hermosa, pero si es épica. La grita Shakespeare en boca de Ricardo III, un mal gobernante que trazó su vida en torno a la traición, la envidia y la crueldad.

Pero, y si lo verdaderamente importante fuera la montura. No el corcel que pudiera salvar su vida, sino el que salva sus ideales, sus propósitos, su empresa. Y si el caballo representara la creatividad, la locura, el progreso, la utopía; si fuera la herramienta para llegar a los fines deseados, para escapar del gris. Si eso fuera en realidad más importante que el reino. Y si lo importante no fuera “quién” lo hace, sino “qué” hacemos. Si con esa frase, Shakespeare, le hubiera puesto un halo de lucidez y sentido a la muerte del rey.

Qué hacer en vez de quién lo hace. Feliz epílogo para tanta hermosa y cuidada intriga.

Démonos alas. Busquemos esos ideales, esa utopía que alimenta al corcel. Animémonos a construir ese objetivo común, una sociedad nueva que entre todos debemos construir para esta isla, la que glosó hace años Cecilia Domínguez o Agustín Millares.

El Cabildo se parece a Tenerife y Tenerife da semblanza al Cabildo. El Cabildo que une, que articula, que coloca las piezas necesarias en el lugar idóneo para armar ese gran puzle que es la Isla en mayúscula. Pedazos insustituibles de un todo que se va conformando a través del acuerdo, de la suma de esfuerzos y del empuje definitivo para situarnos en el lugar que nos corresponde, en el lugar que el corcel alcanza.

Acuerdos para favorecer el equilibrio territorial a través de una planificación a largo plazo que ha contado con el consenso de los municipios. El Cabildo ha programado la mayor movilización de fondos públicos realizada en la Isla en las últimas décadas. Diez años y dos mil millones de euros para que Tenerife sea en 2025 la isla que imaginan los tinerfeños y tinerfeñas como utopía. Diez años y dos mil millones para ejecutar todas y cada una de las actuaciones incluidas en el Pacto por Tenerife que queremos reeditar con nuevos propósitos para seguir avanzando en un objetivo común. Esa es mi primera propuesta en el “qué”: participemos todos en redefinir y completar de nuevo lo importante para los próximos años. Un nuevo pacto por Tenerife en donde el “quién” seamos todos y todas.

Un pacto que incluya también el modo de afrontar y contribuir a solucionar los problemas que aún padecemos y que asumimos como propios, aunque no lo sean de esta Corporación. Porque si el Cabildo es Tenerife, los problemas de Tenerife son también nuestros problemas.

La sanidad, la educación, la movilidad, el respeto y el cuidado del territorio, de nuestro mar, son piezas de ese puzle que seguirán ocupándonos estos años para no retroceder lo avanzado. En estos últimos años he afirmado que estamos mejor que antes y no vamos a defraudar a quienes confían en la que es, sin lugar a dudas, la institución más querida por la ciudadanía de Tenerife.

Nuestro objetivo, a partir de ahora, no debe consistir en hacer lo fácil o contentarnos con las metas alcanzadas. Tenemos que seguir navegando, milla a milla, porque sólo podremos descubrir nuevos océanos si nos atrevemos a perder de vista la orilla.

Es el momento de plantear una serie de desafíos que nos asegurarán un futuro de oportunidades, retos que asumimos para continuar con la estrategia Tenerife 2030 y contar con una generación más creativa, más innovadora, con más becas para la formación y el aprendizaje.

Tenerife 2030 es un empeño personal que ha contagiado de ilusión a quienes se han involucrado en este proyecto. Es llenar las maletas de nuevas experiencias que en unos años nos devolverán nuestros niños y niñas con la madurez necesaria para conformar, con garantía de éxito, la sociedad del mañana. Decía Unamuno: “deberíamos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los hijos de nuestro pasado” y por eso, mirar hacia otro lado o considerar que esto no es prioritario sería renunciar desde ya a la utopía.

Un pacto que incluya también el modo de afrontar y contribuir a solucionar los problemas que aún padecemos y que asumimos como propios, aunque no lo sean de esta Corporación. Porque si el Cabildo es Tenerife, los problemas de Tenerife son también nuestros problemas.

Desafíos también para mejorar el empleo entre quienes peor lo están pasando, logrando la implicación del sistema productivo en la formación de las personas desempleadas, para que les sea más fácil conseguir un puesto de trabajo. Promoviendo un acuerdo insular para mejorar la cualificación sobre todo de los menos formados. Más de 50.000 desempleados que requieren mejorar sus posibilidades de futuro mejorando la formación. Ese es un reto imprescindible en el “qué” de esta isla, en la construcción de una “sociedad nueva”.

Desafíos para cohesionar la sociedad y fomentar la inclusión en todos los ámbitos: en materia de dependencia, con los más pequeños, con los jóvenes y con las personas que sienten algún tipo de discriminación o violencia y en especial, la violencia machista.

Desafíos para adaptarnos al fuerte incremento de población, con 10.000 habitantes más por año, que requieren cambios en los patrones de movilidad, nuevos equipamientos, mejoras en los sistemas de depuración, políticas en materia de vivienda, sanidad o educación.

Desafíos para una Isla cada vez más sostenible a través de una mejor gestión de nuestros recursos naturales y de la presión que se ejerce sobre sus sistemas más frágiles. Para el crecimiento en renovables, manteniendo de esa forma nuestro puesto a la cabeza de Canarias en la producción de energías limpias, y para el impulso de un nuevo modelo de gestión de residuos.

Y un último desafío, el de la globalización, destacando las oportunidades que nos brinda nuestra posición geográfica y aprovechando nuestra cercanía a África, un continente en desarrollo con el que vamos a seguir colaborando para fortalecer los vínculos que durante estos años hemos impulsado.

Cada desafío, cada reto de los ya citados contiene en sí la semilla de la oportunidad y el crecimiento para esta Isla. Tenemos la mejor tierra, la más fértil: esa tierra son los ciudadanos y ciudadanas que habitan en este triángulo, a la sombra dulce, fresca, inolvidable, del almendro, el almendro de la infancia que evocaba Estévanez. Con la sombra protectora y promotora de la educación, de la cohesión, del empleo para esa nueva sociedad que queremos seguir construyendo. El presente es siempre el mejor momento. El momento de afrontar un nuevo mandato que responda a lo que espera la ciudadanía de nosotros.

Llevamos algunas semanas distraídos en el “quién” y toca ya centrarnos en el “qué”. Porque no se puede vivir para la política sin causa.  Y mi causa es Tenerife, nuestra causa debe ser Tenerife.  Asumo el reto y trabajaré para alcanzar con éxito la cima de cada desafío. E invito a cada consejero, a cada consejera, a todos los grupos políticos, a unirse a esa causa conjunta. No es una causa del “quien” sino del “que”.

Por encima de las políticas de supervivencia debemos atrevernos a conquistar nuevos océanos y dejar la comodidad de la costa. Los recursos pueden ser limitados pero el interés por cumplir el objetivo nos permitirá llevar a término lo que aún no ha sucedido, lo que aún no existe. Esa es una condición necesaria para la política.

Platón decía que “había que poner a prueba a los futuros gobernantes para detectar si obraban por el bien del Estado. El que haya sido seducido por los placeres, aterrado por los peligros o cegado por el ansia de riquezas, es decir, el que haya olvidado que siempre es necesario tener como fin el bien común, deberá ser rechazado”.

Pero a las virtudes clásicas, necesitamos añadir otras nuevas. El político ha de ser honesto, prudente, justo, sincero, valiente… Pero también tiene que ser arriesgado y creativo, porque el bien común se construye, se interpreta, se rediseña y se inventa. Si abandonamos la tarea de diseñar el bien común, nos quedamos en la superficie.

Invito a todos los consejeros y consejeras de este Cabildo a que se sumen a esta causa común que no es otra que la de pensar y diseñar políticas para las personas, que es el verdadero “quien” que debe centrar toda acción política. Personas que esperan de nosotros acción, sin perder más tiempo en alegatos grises, sin contenido.

En mi primer discurso de toma de posesión como presidente del Cabildo, hablaba de la importancia de ser persona por encima de cualquier otro interés. Ser persona en la actitud, en la receptividad, en la escucha, en la presencia, en la preocupación. Un valor que asumía como compromiso personal y que he tenido como máxima a la hora de tomar cualquier decisión. Tomaba las palabras de Ricardo Tavío, hijo ilustre de esta isla: ser persona, lo demás no interesa.

Por encima de las políticas de supervivencia debemos atrevernos a conquistar nuevos océanos y dejar la comodidad de la costa. Los recursos pueden ser limitados pero el interés por cumplir el objetivo nos permitirá llevar a término lo que aún no ha sucedido, lo que aún no existe. Esa es una condición necesaria para la política.

No interesa la queja si no aportamos la solución, no interesa el debate si no hay disposición al acuerdo y no interesa la lucha si el fin no es otro que el de mejorar la sociedad en la que vivimos. Han pasado seis años desde entonces y en todo este tiempo he tratado de dedicar el máximo esfuerzo y capacidad a ese fin último para lograr un entorno mejor, una sociedad nueva.

El camino no ha sido fácil, como tampoco lo es para quien se enfrenta en su universo particular a los vaivenes de la vida. Un trayecto recorrido en compañía.

Siempre de mi familia: mi mujer y mis hijos; ellos han cambiado y crecido conmigo, y aún seguimos enlazados a esas cuerdas iniciales que permitieron empezar esa escalada conjunta hace ya algunos años.

Si estamos hechos fundamentalmente de agua, también estamos hechos de lo que nos aportan los que nos acompañan. Sobre todo los que lo hicieron desde el principio. Si hace años recordaba en este salón a mi abuelo, ahora también quiero recordar a mi abuela, la persona que quizás más ternura me dio de crío y la que forjó en mí esa capa profunda de mi personalidad. Hoy, la recuerdo porque también se cumple hoy el día internacional de la enfermedad que le paralizó los abrazos y así también reivindico el esfuerzo de los que más les cuesta avanzar.  De todos y todas los que tienen menos oportunidades.

Afirmo que en esa tarea de ayudar a avanzar, he estado acompañado de un gran equipo de hombres y mujeres que han asumido sus funciones, desde la oposición y el gobierno, con responsabilidad y enorme respeto a la institución que representan.

Un personaje de mi niñez, alejado del dramatismo histórico de Ricardo III, me lo trajo a mi universo infantil Michael Ende.

Momo se enfrenta a los hombres grises para salvar la ciudad. Esos seres viven del tiempo de la gente. Impiden que las personas dediquen su tiempo a conversar, al ocio, al juego, a acompañar a los mayores, a ayudar a otras personas porque lo consideran pérdida de tiempo. Ellas terminan dejando las actividades lúdicas, las artes y hasta el sueño, para no perder tiempo, ahorrarlo en bancos con la idea de poderlo usar después. Pero mientras más ahorran menos tienen porque son los hombres grises los que lo consumen.

El tiempo es nuestro bien más valioso y yo hoy, aquí, ante todos ustedes y ante la ciudadanía de Tenerife me comprometo a invertirlo en Tenerife y en su futuro, practicando a diario la mejor actitud para contagiar de optimismo y ganas de avanzar a quienes me acompañen en la travesía, desterrando las conductas grises que empañan el horizonte y no nos dejan alcanzar los océanos del progreso para este Tierra.