Blog de Carlos Alonso

Con los valientes

Decir Venezuela en Tenerife es como hablar de una segunda identidad nacional, porque es una palabra que evoca a nuestros abuelos o padres que fueron y volvieron. No es otro país, sino una extensión del nuestro. Un nombre que está ligado a la vida de miles de ciudadanos de estas islas que tienen allí parte de sus raíces. Por eso el drama del pueblo venezolano es el de alguien de nuestra propia familia; algo que nos afecta de una manera muy especial.

Estos días estamos viendo como España y Europa se han pronunciado de manera institucional sobre lo que está pasando en Venezuela. Nuestros gobernantes funcionan con una prudencia diplomática basada en el principio del respeto a la soberanía de otros países. Pero para muchos canarios ese distanciamiento es una falta de respeto y de humanidad. Cuando ocurre una catástrofe en cualquier rincón del planeta la obligación de la comunidad internacional es ocuparse de que a los ciudadanos afectados por esa calamidad natural no les falten alimentos, medicinas y atención médica. E incluso se colabora en la reconstrucción de viviendas e infraestructuras devastadas por terremotos, grandes lluvias o tsunamis.

Lo que está sucediendo en Venezuela es una catástrofe, aunque no haya sido causada por la Naturaleza sino por la mano del ser humano. Millones de personas padecen hambre y desnutrición y carecen de acceso a suministros básicos como alimentos o medicinas. Hay muchas personas que piensan –que pensamos– que no podemos seguir dándoles la espalda permanentemente, como si no fuera asunto nuestro.

Estoy convencido que tenemos que solicitarle al Gobierno de España que se pronuncie de manera clara y terminante condenando la violencia que está sufriendo el pueblo venezolano y que ha llevado al país al borde de una auténtica explosión social. La deriva autoritaria del Gobierno bolivariano está causando enfrentamientos y muertes violentas y una degradación escandalosda de la democracia ante los ojos del mundo. Es necesaria una etapa de transición para convocar Elecciones Presidenciales con todas las garantías de libertad y seguridad ciudadana, bajo la supervisión de organismos internacionales que garanticen que se realicen las votaciones de manera absolutamente libre y sin ningún impedimento.

De igual forma, insto al Gobierno de España para que solicite una reunión urgente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en donde se puedan tomar medidas frente al conflicto venezolano, que puede afectar a otros países del entorno, incluyendo el envío de una misión bajo el amparo de la bandera azul de la ONU.

Insto a la comunidad internacional para que presione para la inmediata liberación de los presos políticos y de conciencia que han sido arbitrariamente detenidos sin que hayan cometido ningún delito, sufriendo malos tratos e incluso tortura.

Creemos que el papel de España puede ser mucho más relevante en este conflicto y que, como mínimo, debe convertirse en protagonista de las conversaciones para abrir un corredor humanitario con Venezuela para el envío de medicamentos, productos de primera necesidad, insumos básicos de alimentación y material hospitalario, coordinado por Cruz Roja Internacional, que pueda llegar a los millones de personas que se encuentran en una situación límite. Esa tarea de pura humanidad, a la que es imposible negarse, implicaría también negociar con países limítrofes de Venezuela, como Brasil y Colombia, para que, contando con la colaboración internacional, establezcan un protocolo de recepción de refugiados que se están viendo obligados a huir de su propio país ante la situación de violencia y caos social que están viviendo. Esas actuaciones tienen que ser inmediatas.

Sólo en los últimos días han sido asesinadas en Venezuela al menos 26 personas –que se sepa en estos momentos– que ejercían el derecho de manifestación en las calles de sus propias ciudades. Ciudadanos que han sido abatidos por el ejército venezolano al que se le ha encargado la represión de su propio pueblo.

Ante la situación de caos que vive el país, hemos pedido al Gobierno de Canarias que instale un gabinete de crisis para que a través de las Entidades Canarias y a la Oficina de Representación Institucional, se interese por la situación de los canarios en Venezuela. Defender el derecho del pueblo venezolano a una vida digna y segura es una obligación histórica, pero ocuparnos de nuestros propios ciudadanos y sus descendientes es una exigencia moral de primer orden para los responsables de Canarias.